Demi Lovato y Justin Bieber han reiterado en más de una oportunidad que se deben a sus fans, sin embargo el exceso de las muestras de cariño de sus seguidores puede tornarse en un juego peligroso. Ha ocurrido con la Lovato en su gira por latinoamérica y con Bieber en su paso por Londres.
Demetria ha debido suspender en más de una oportunidad su actuación en los escenarios al ser asediada repentinamente por fanáticas enardecidas, mientras que Justincito ha tenido que reforzar las intrucciones a sus guardaespaldas de mantenerlo a salvo del acoso. Ya hubo demasiados incidentes en su apariciones públicas que lo obligan a tomar medidas de precaución. Lo curioso es que el canadiense siempre se cubre el rostro de primera intención, como si temiera que su "cara de bebé" fuera a pagar los platos rotos. La relación con el público es uno de los puntos más álgidos en la carrera de una celebridad, las redes sociales han permitido que hoy los famosos estén mas cerca de los fans y que puedan interactuar con ellos en cualquier momento de sus vidas. Este vínculo crea un tipo de alianza entre el artista y su entorno y lo hace ver más accesible, aunque también se corre el riesgo de ser amenazado, fustigado y burlado en respuesta a diferencias de opinión o puntos de vista.
La seguridad es la medida que debe ser prioridad en toda presentación pública de una estrella porque cuando no se tiene control sobre las acciones, se pone en riesgo la vida de los allí presentes. El artista al final es puesto a salvo por su guardias personales, pero es muy difícil controlar a una multitud enardecida.
Lo más aconsejable es mantener las distancias adecuadas, ni tan lejos que el público no se sienta integrado al show, ni tan cerca que los fanáticos se crean con derecho a intervenir durante la actuación. Hay que tener en cuenta que la audiencia de la Lovato y de Bieber está compuesta por chicos que oscilan en su mayoría entre los 12 y los 19 años. Ellos suelen ser los más fieles, pero al mismo tiempo los más eufóricos e intensos.
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